Ha sido divino el volver a colocarme "el hábito de periodista", volver a escribir para medios impresos, luego de cierto tiempo de retiro.
Pues, este año he regresado a ese tipo de trabajo, pero con dos grandes diferencias con respecto a cómo lo hacía antes: me he especializado (con la praxis y la lectura voluntaria) en los temas diseño gráfico y diseño de productos, por un lado, y por el otro, ya no me pautan, escribo sobre lo que me provoca. La libertad es un bien divino.
En estos meses me he reconciliado con la entrevista. Me emociono investigando y preparando los cuestionarios, luego disfruto un montón descubriendo -y redescubriendo también-, lo que me muestran los diseñadores. Es fascinante escuchar sobre sus proyectos, conocer cómo abordan su trabajo, cuál es su filosofía laboral, y finalmente, apreciar los resultados.
Mis escritos pueden ser leídos en el suplemento Espacios de El Nacional y en las revistas Marcas y Rótulo Digital. En esta ultima decidí dedicarme a divulgar el trabajo de las diseñadoras venezolanas, comenzando por Ivoly Noguera.
Mi única exigencia es que los diseños reflejados en mis escritos periodísticos sean funcionales. Que hayan sido concebidos para solucionar "problemas en nuestra sociedad", bien sea comerciales, informativos, económicos, sociales o hasta políticos. Me enfoco en el diseño que configura industria, alejándome del diseño que denomino de "inspiración" o de "especulación creativa", a mi juicio, muy cercano al arte o a la artesanía y por esa razón es percibido como elitesco o inalcanzable.
Mi intención es lanzar mi granito de arena para que la gente común y corriente, gente como uno pues, entienda qué es el diseño. Abrir los códigos empleados por los diseñadores al resto de nuestra sociedad, para que en ésta se entienda que el diseño industrial sirve para mucho más que para "crear sillas carísimas" o que el diseño gráfico y las artes plásticas son hermanos con tumbaos diferentes . La idea es "democratizar" el discurso del diseño, para ver si en algún momento, nuestros ciudadanos empiezan a exigirlo para mejorar su calidad de vida.
Pues, este año he regresado a ese tipo de trabajo, pero con dos grandes diferencias con respecto a cómo lo hacía antes: me he especializado (con la praxis y la lectura voluntaria) en los temas diseño gráfico y diseño de productos, por un lado, y por el otro, ya no me pautan, escribo sobre lo que me provoca. La libertad es un bien divino.
En estos meses me he reconciliado con la entrevista. Me emociono investigando y preparando los cuestionarios, luego disfruto un montón descubriendo -y redescubriendo también-, lo que me muestran los diseñadores. Es fascinante escuchar sobre sus proyectos, conocer cómo abordan su trabajo, cuál es su filosofía laboral, y finalmente, apreciar los resultados.
Mis escritos pueden ser leídos en el suplemento Espacios de El Nacional y en las revistas Marcas y Rótulo Digital. En esta ultima decidí dedicarme a divulgar el trabajo de las diseñadoras venezolanas, comenzando por Ivoly Noguera.
Mi única exigencia es que los diseños reflejados en mis escritos periodísticos sean funcionales. Que hayan sido concebidos para solucionar "problemas en nuestra sociedad", bien sea comerciales, informativos, económicos, sociales o hasta políticos. Me enfoco en el diseño que configura industria, alejándome del diseño que denomino de "inspiración" o de "especulación creativa", a mi juicio, muy cercano al arte o a la artesanía y por esa razón es percibido como elitesco o inalcanzable.
Mi intención es lanzar mi granito de arena para que la gente común y corriente, gente como uno pues, entienda qué es el diseño. Abrir los códigos empleados por los diseñadores al resto de nuestra sociedad, para que en ésta se entienda que el diseño industrial sirve para mucho más que para "crear sillas carísimas" o que el diseño gráfico y las artes plásticas son hermanos con tumbaos diferentes . La idea es "democratizar" el discurso del diseño, para ver si en algún momento, nuestros ciudadanos empiezan a exigirlo para mejorar su calidad de vida.