Araya. Cortesía B. Mazzei |
Sus muebles están elaborados en aluminio inoxidable, un material duradero y noble. (Artículo publicado en el suplemento Espacios de El Nacional, domingo 3 de octubre de 2010)
El entrenamiento en un medio extremadamente exigente le dio a Bernardo Mazzei el background necesario para aterrizar en los muebles, trabajo que ha desarrollado por su cuenta durante los últimos años en Venezuela.
Retornó a Venezuela en 1999 porque sentía nostalgia, luego de años de residencia en Milán, Barcelona y París, respectivamente. Es arquitecto graduado en la UCV con especializaciones en Interiorismo y Paisajismo en el Istituto Superiore de Architettura e Design, y posee un abultado portafolio que incluye diseños de relojes y joyas para firmas europeas como Tissot, Rado, Swatch y Longines.
Su primer asiento se llama Mantis, símil entomológico cuya idea surgió de la forma de un clavo retorcido encontrado en las aceras de París.
La libertad
Mazzei, que estaba acostumbrado a adaptarse al estilo del cliente, halló libertad creativa y su identidad como diseñador de mobiliario.
Considera que se ha dedicado a este tipo de objeto por influencia de su madre, quien fue profesora de Historia del Mueble en el Centro Artístico Villasmil.
Y por la huella que dejó en él su papá, ingeniero vial, emplea el aluminio como material constructivo: “me dedico a diseñar puentes para sentarse”, dice.
Siente predilección por los perfiles y tubos de aluminio inoxidable por su “brillo y sex-appeal”. De la necesidad de amoblar su terraza nació la poltrona Araya, a la que siguieron un banco y una mesa lateral que completan la familia de productos. “El problema que surgió fue cómo sujetar los tubos a las pletinas de la estructura. Inicialmente empleé los tornillos y ramplugs que se consiguen en cualquier ferretería, pero no funcionaban bien, porque se aflojaban”, relata.
Entonces encontró una pieza antihuracanes con la que aplicó un técnica bastante simple que garantiza estabilidad y la rigidez de los tubos.
Mazzei desarrolló el ture Anauco porque siempre le gustó la síntesis gráfica de este asiento indígena venezolano y la tumbona Altamira, la cual posee un respaldar de cuatro posiciones. Adicionalmente ha generado muebles para proyectos particulares, como la mesa de comedor Pagoda.
Para llegar a un resultado, se fundamenta en el dibujo técnico: “Mi primer acercamiento es gestual, confío en la precisión de mi mano, luego mecanizo los ángulos y las rayas”, explica. Después pasa al corte de las partes y el armado. Como confía en su sistema, indica que generalmente tiene poco que rectificar en el prototipo: “Si uno se equivoca en una curva o se desgarra en un grado, se producen errores. Para mí el diseño de muebles es cuestión de proporción”.
Entrenamiento relojero
Bernardo Mazzei ingresó en el mundo del diseño industrial por casualidad, gracias a un amigo, Massimo Zucchi, dueño de un estudio que trabajaba para renombradas casas joyeras y relojeras de Europa.
Corrían los últimos años de la década de los ochenta. Mazzei vivía en Milán y Zucchi le asignó como reto inicial el diseño de relojes de pulsera. Al poco tiempo Matteo Thun ─reconocido en la historia del diseño como miembro del grupo Memphis─, lo contactó para trabajar en las colecciones de Swatch y Omega. Después de un año, pasó al equipo creativo de Swatch Lab, en donde concibió piezas que permanecen vigentes, como el modelo Hocus Pocus (1991).
Para Mazzei fue una experiencia excitante que significaba mezclar el diseño industrial con la moda porque debía estar actualizado en cuanto a tendencias, colores, materiales y paletas, para ello debía revisar constantemente revistas y asistir a ferias.
Cajas, cinturones, lunetas, eslabones, metales y piedras preciosas fueron algunos de los elementos que manipuló durante esos años de trabajo en esta industria. Bernardo Mazzei relata que los diseños eran realizados en acuarela o témpera sobre papel Fabbriano, totalmente a mano.
Los relojes y las joyas le brindaron la pericia para proyectar objetos pequeños, una escala diferente a la de los edificios y el mobiliario. Por otro lado, le otorgaron versatilidad en el diseño, ya que debía adaptarse a la imagen y visión de empresas renombradas como Channel y Bulgari, entre otros: “al fin y al cabo un buen diseñador debe ser como un actor que se mete en la piel de personajes distintos”, confiesa.
Consejo
Bernardo Mazzei comparte con los estudiantes y recién graduados del diseño algunas recomendaciones que provienen de su experiencia laboral: “Es primordial investigar y mantenerse permanentemente informado. Uno debe construirse una cultura muy vasta, porque en la medida en que se posean más referencias visuales y artísticas, se tendrán más herramientas para diseñar”.