VENEZUELA SUI GENERIS: UN MEDIO PARA LA PROMOCIÓN CULTURAL

[Del 22 al 28 de mayo] El afiche o cartel, un medio impreso que emergió con fuerza en el siglo XIX como un medio publicitario, ha tenido un uso diferente en Venezuela.
Angel Luque, 1964. Impresión Offset.
Estas últimas semanas he dedicado mis clases de Historia del Diseño Gráfico a conversar sobre el cartel, afiche o poster como medio publicitario y propagandístico. Para explicar los orígenes de esta pieza gráfica suelo recurrir a un breve, pero esclarecedor escrito de Joan Costa titulado La publicidad como arte.

Mariano Díaz, 1962. IMpresion serigráfica
Costa escribe sobre el nacimiento del cartel en Europa y al final menciona cómo en los Estados Unidos se sistematizó la publicidad hasta el punto de que la construcción del mensaje y las formas plasmadas en este tipo de impreso se transformó hasta adquirir el semblante que aún conocemos. Sin embargo, desde finales del siglo pasado, con el uso masificado de internet, estos patrones están cambiando.

Diferente es la historia cuando se hace referencia a la producción y uso del cartel en Venezuela, porque se cae en cuenta que nuestra tradición es diferente -diría que sui generis- porque básicamente no hemos empleado el afiche para la publicidad comercial, sino como un medio para la promoción cultural, siendo los principales productores de este género las entidades culturales públicas y privadas.
Nedo M.F., 1966. Impresión serigráfica.

Incluso hay que acotar que se le ha dado un uso público en años recientes en los muros del circuito museístico caraqueño, es decir, en Bellas Artes. Anteriormente se entregaban como material P.O.P. del evento a quienes asistían a inauguraciones de exposiciones, bautizos de libros o estrenos de películas y obras teatrales.

Es decir, el uso extendido del cartel cultural venezolano no era invitacional, sino que se empleaba como "recuerdo del evento" y los ejemplares que quedaban se solían vender en las tiendas de las galerías y museos. En el caso de los afiches sobre exposiciones, solían ser considerados como "obras de arte menor" que permitían al amante de las artes plásticas que no contaba con los recursos para adquirir las costosas piezas originales, tener por lo menos una reproducción para enmarcar y colgar en su hogar u oficina. Esta práctica nos remonta al uso primigenio de la fotografía postal en la Europa del siglo XIX, pero con la diferencia de que mientras en aquellos tiempos había un afán democratizador, en nuestra tierra la cultura museística siempre ha sido cuestión de élites.

Jacobo Borges, 1966. Impresión Offset.
Un dato revelador es que nuestros museos no tenían conciencia de la trascendencia de su producción cartelística. En el 2004, se editó el libro Carteles del Museo de Bellas Artes que contó con la investigación de Susana Benko. Cuando se inició el proyecto, se realizó una limpieza profunda de gavetas, cajas y recovecos de la institución para recabar buena parte de las piezas exhibidas en esta publicación patrocinada por Petrobrás que rinde cuenta de la calidad de nuestro diseño gráfico en esta área tan específico.

Aún queda mucho por revisar en cuanto al cartel cultural venezolano. En particular, me encantaría registrar los afiches de los Festivales Internacionales de Teatro que están montados en la actual sede del Ateneo de Caracas. En este caso los afiches quedaron como  pruebas documentales de eventos pasados y como un registro del quehacer de los mejores diseñadores gráficos en Venezuela. 


Gerd Leufert, 1967. Impresión serigráfica.