Venezuela no ha tenido políticas destinadas a
la promoción del diseño ahora, ni antes. Somos uno de los países más atrasados
de América Latina, y por ende, del mundo, en cuanto a este tema. Nuestros
políticos no tienen ni idea para qué sirve el diseño. Gran parte de nuestros empresarios
desconocen que el diseño es una herramienta para la competitividad, pero
hablarles de diseño en estos momentos es inútil, porque están ocupados –con razón-
en defenderse de los embates de un gobierno que los aborrece.
El ciudadano común tampoco sabe que el diseño
puede mejorar su calidad de vida, y la mayoría de los diseñadores venezolanos evita
meterse en asuntos que involucren la palabra “política”.
En noviembre Bogotá será escenario del 2do
Encuentro Políticas Públicas & Diseños, cuyo antecedente tuvo lugar en Buenos
Aires, donde fue redactado un documento de recomendaciones que se puede revisar en el siguiente enlace http://encuentropoliticaydisenos.wordpress.com/antecedentes-primer-encuentro/.
Argentina,
Chile, Uruguay, Colombia y México son los países hispanoamericanos que mayores
avances poseen en el desarrollo de programas para la promoción del diseño.
En
Colombia, por cierto, se ha elaborado el Programa Nacional de Diseño Industrial–MCIT
(Ministerio de
Comercio, Industria y Turismo) que está trabajando
actualmente en la construcción de un Banco de Proyectos de Diseño que permitirá
documentar los casos de aplicación de diseño en las MIPYMES y comunidades
colombianas para dar razón de su éxito. Aparte, en el vecino país
existen diferentes organismos que impulsan a través del financiamiento y el
conocimiento, a las empresas de diseño. Tomemos nota, pues.
Lo
más cercano a la promoción institucional del diseño en Venezuela lo hallamos en
la década de los noventa con la creación del Centro de Arte La Estancia y del Museo de la Estampa y el Diseño Carlos
Cruz-Diez. Desafortunadamente la miopía revolucionaria pudo más que la sensatez,
hasta el punto de que La Estancia se convirtió en una galería de arte más y el
Cruz-Diez está padeciendo los sinsabores de la centralización museística.
En
esos mismos años también resaltó el esfuerzo de la Unidad de Diseño Industrial de
la Fundación Instituto de Ingeniería por desarrollar productos y organizar congresos
sobre el tema. Más adelante nació otra iniciativa, el Centro de Tecnología y
Diseño Industrial (CTDI), que fue creado en el año 2003 por Conindustria con la
intención de configurar una base de datos de consultores en diseño al servicio
de la industria.
En
el 2008 la gerencia de difusión del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y
Tecnología configuró fugazmente el proyecto “Diseño para que la gente viva
mejor”. Se organizaron tres conversatorios y una exhibición que complementaba
el Salón de Inventiva Tecnológica Popular Luis Zambrano, con la idea de integrar
el diseño industrial al trabajo de los inventores venezolanos, para mejorarlos
y llevarlos a nivel de producción. Con el cambio de ministro a principios de
2009, este proyecto murió.
Estas
escasas experiencias indican que la promoción del diseño en Venezuela ha sido
una labor fragmentada, que además, ha sido ejecutada por instituciones o
individuos que han trabajado aisladamente.
Este
año pre-electoral, desde el que avizoramos cambios de rumbo en nuestro país, es
el momento propicio de integrar el diseño en el discurso de los políticos a la
par de generar programas y estrategias que se dirijan a la futura creación de
Políticas Públicas de Diseño en Venezuela.