La entrevista a Antonio Quintero despertó mi interés por la revista Estilo y me llevó a profundizar sobre el nacimiento de esta revista como una coda de los años ochenta que se extendió a la década siguiente. Para acercarme a esta historia contacté al padre de la criatura, el diseñador Carlos Plaza.
En el catálogo DGV 70-80-90 se reseñan algunos números
de la revista Estilo que poseen un aspecto
muy diferente a los ejemplares que están en mi biblioteca. Varias veces me pregunté el porqué de ese cambio de look abrupto.
No 1. Portada de Gerd Leufert. |
Las primeras seis revistas fueron
diseñadas por Antonio Quintero y sus portadas fueron realizadas por nada más y
nada menos que Gerd Leufert, Carlos Zerpa, Fran Beaufrand, Carlos Qintana,
Oscar Molinari y Carlos Cruz-Diez. Es
interesante saber que a excepción de Molinari, todos poseían formación y/o
experiencia en el diseño gráfico.
Cada portada era un
universo, puesto que se le entregó al artista para que la hiciera según su
planteamiento estético, incluyendo el cabecero, porque se pensó que la revista
no debía tener un logotipo: “Nosotros dijimos sobre el nombre, si esta es una
revista de estilo, no puede tener un estilo particular, por ello decidimos que
cada ejemplar fuera una entidad diferente”, relata Plaza, quien exclama “¡Qué más
antidiseño que eso!”.
Durante esa primera etapa Estilo ofreció a Quintero libertad
absoluta, tanta, que rompió todas las reglas, “y eso era lo que yo estaba
buscando”, reconoce Carlos Plaza creador de la revista y su primer editor,
quien era recién egresado del Instituto de Diseño Caracas cuando se empecinó en
crear en 1987 una publicación sobre cultura y moda a su completo antojo.
Los inicios estuvieron
vinculados a las puertas que se le fueron abriendo a este soñador persistente. Su
primera “socia” fue Tanya Capriles de Brillembourg, hija de don Miguel
Angel Capriles, fundador de la famosa
cadena de medios impresos venezolanos. “Tanya Capriles me dijo que únicamente
invertiría en mi idea si me reunía primero con su papá. Si él me daba la luz
verde, ella ponía el dinero”, cuenta Carlos Plaza, quien remata el cuento
diciendo que el viejo magnate periodístico le dijo que iban a fracasar, pero
que en el fondo le gustaba la idea. “Si Miguel Angel Capriles me hubiera dicho
que no, hoy no estuviéramos hablando de esto”.
Otra anécdota interesante
está ligada al primer número, con portada de Leufert, quien era muy amigo del
padre de Carlos Plaza. El pionero del
diseño venezolano no estuvo de acuerdo con la propuesta formal, aunque le
gustaba la actitud innovadora de los promotores de la idea.
Primera etapa vanguardista
Con el capital en las
manos, la asesoría legal de una nieta de don Capriles y una oficina alquilada
en la Cuadra Creativa, Carlos Eduardo Plaza dio inicio a su proyecto.
Allí encontró a su ex
profesor Antonio Quintero, quien se postuló para encargarse del diseño en esa
era pre Macintosh de cortar galeras y contar caracteres; “Antonio y yo nos
sentamos a volarnos el coco, era una locura de creatividad desbordada”, admite
Plaza.
Tanto Quintero como Plaza coincidieron
en que querían hacer un “performance impreso”. Esos primeros seis números
fueron muy vanguardistas, pero si los vemos con los ojos del presente, entrarían
en la categoría del “book art” por las innovaciones que planteó a nivel visual.
Me atrevo a decir que Estilo merece una exposición, igual como
se ha hecho al menos en tres oportunidades con la revista CAL diseñada por
Nedo. De alguna manera, ambas publicaciones destacaron por el desenfado en su
diseño, y por otro lado, por las personalidades que escribieron en ellas. En
CAL quizás se trató de un grupo más intelectual-cultural-formal, mientras que
en la primera Estilo el talante fue
más de corte underground-joven-talento-emergente.
Entre sus páginas aparecen
Boris Izaguirre, Titina Penzini, John Gornés, Daniela Chappard, Diego Rísquez,
Angel Sánchez, Vinicio Adames, Athina Klioumi, Sara Maneiro y Valentina
Quintero, entre otros…
Su formato extra pliego se imprimía
en linotipo en Cromotip, la competencia de Editorial Arte. Antonio Quintero
recuerda Cromotip como una excelente imprenta, de cariz corporativo, a
diferencia del sentido familiar de Editorial Arte.
Hasta la publicidad fue
diseñada por Antonio Quintero durante la primera etapa, de allí el curioso
mimetismo de muchos avisos con el contenido redaccional, en el sentido de que
mantienen una línea visual concordante en la diagramación.
El lanzamiento de cada
edición era un acontecimiento social. Quintero dice que “fue un palazo, porque
a nivel de merchandising se hacían fiestas a lo grande”.
Estos convites atraían a
las “socialité” del momento. Rememora Carlos Plaza que “la Bottome, Margarita
Zingg y Caresse Lansberg” fueron algunas de las mujeres de la alta sociedad
caraqueña que se convirtieron en amantes de Estilo.
La imagen fue la
protagonista en esta etapa hasta que aparecieron la computadora y Caresse…
La segunda etapa
Carlos Plaza reconoce que
de alguna manera Miguel Angel Capriles tuvo razón, en el sentido de que la
primera Estilo no pudo mantenerse
económicamente, por lo que tuvo que desmantelarla. No obstante, Plaza se quedó
con el nombre que había registrado.
Entonces lo llamó Caresse
Lansberg, interesada en mantener viva la publicación. “Nos reunimos varias
veces con su [ahora ex] esposo, Rafael Alcántara, a quien no le agradaba la
idea, pero Caresse insistió y habló también con su papá, que era el dueño de Seguros
La Previsora”.
No 7. Portada de Blas Pifano. |
Finalmente la dama obtuvo los
recursos suficientes para continuar con Estilo,
pero para ello tuvieron que crear una nueva figura jurídica: Editorial Nuevo
Estilo. Carlos Plaza acordó que se mantendría trabajando en la que pasó a ser
una empresa formal: “La oficina de la segunda etapa estaba en el penthouse de
la torre La Previsora y yo tenía secretaria, imagínate lo que cambió, la
revista dejó de ser underground y pasó a tener una estructura periodística”.
Pese a las peticiones de
Plaza de mantener el espíritu original, Caresse Lansberg insistió en la
conveniencia de establecer un logotipo. Igualmente la línea editorial viró
hacia los intereses de la fundación de Lansberg, Calara, dándole realce a los
artistas que representaba.
“Eso fue descendiendo hasta
que se perdió el concepto original”, explica Plaza, “a ello le agregamos la
descomposición social y política que me desilusionó. Por ello decidí retirarme
e irme del país. Le dejé la revista a Caresse, por esto es difícil aún hablar
de esto”.
La segunda etapa fue más
comercial, y eso es notorio en los avisos publicitarios, evidentemente
elaborados por agencias publicitarias.
Después de Antonio Quintero
Año 4, No 19 |
Los números 7 a la 10
fueron diseñados por Mauro Barazarte y Arnoldo Maal. De la 11 a la 16 el
director de arte fue José Vilela, quien fue contratado por Carlos Plaza porque
manejaba el programa QuarkXpress en Macintosh. Así dió inicio la era digital
para Estilo.
Plaza indica que trabajó
hasta las ediciones erótica y esotérica en la concepción gráfica. Luego de ello
se marchó.
Los números posteriores a
Quintero exhiben una diagramación “normalita”, pero agradable. Entre los
estantes de mi biblioteca hallé un número de 1993 diseñada por Joaquín Urbina
que traía como aporte interesante varias obras encartadas.