LAS PREOCUPACIONES SOBRE LA FORMACIÓN DEL DISEÑADOR EN VENEZUELA


Hace dos semanas, el #JuevesDeDiseñoVenezolano lanzó la pregunta ¿Consideras que hay que mejorar la enseñanza del diseño en el país?, que recopiló respuestas muy interesantes en las cuentas @disenovenezuela, @ermitanografico y @designinvzla. Comento algunas de las preocupaciones manifestadas en Instagram, combinadas con algunas conclusiones extraidas de mi tesis de maestría “La cultura del diseño en Caracas durante el período 2000-2015”.      

Los recién graduados que son contratados para dictar clases en nuestras escuelas de diseño son un tema que está angustiando a más de uno, pero no es el único problema detectado por los profesionales del área.

La oferta local para los egresados es eminentemente técnica, lo cual deja pendientes el estímulo a la investigación y a la teoría.
Por otra parte hallamos que es recurrente el autodidactismo y el acudir a la educación informal en forma de charlas, conversatorios, exposiciones, por la inmediatez.

Diferente  es la situación de la especialidad del diseño para información de diarios y revistas, la cual se comparte en la práctica con la comunicación social. Pareciera que debería crearse una cátedra específica para este campo, que integre los saberes del periodismo y el diseño gráfico.
En cuanto al diseño para información en el área web, por fortuna, desde finales del siglo pasado se inició con éxito la formación en el manejo de herramientas digitales y la concepción de multimedia y web. No obstante, se ha captado cierto rezago en años recientes en la actualización tecnológica por razones de costos.

También es resaltante el surgimiento de modelos académicos alternativos como la Universidad Verde en el ámbito de la dirección de arte para la publicidad y la educación online que es afín a las generaciones jóvenes.
Para aclarar gráficamente cómo ha sido la evolución de la formación en diseño en Caracas armé el siguiente cuadro que muestra las transformaciones que se han suscitado desde la asimilación inicial de los modelos Bauhaus, escuela suiza y Politécnico de Milán, hasta los cambios que se han iniciado en el siglo XXI, que empezaron a manifestarse con fuerza a partir del 2010, aproximadamente.

Cuadro elaborado por Elina Pérez Urbaneja. Diseño: Susana Abreu.

En cuanto a los problemas de pensum, las debilidades se concentran principalmente en la configuración de los programas que no se han puesto a tono con la definición del principal organismo internacional para el  diseño gráfico, como lo es Icograda. A eso se le suma la deficiente articulación de las asignaturas, la confusión conceptual entre diseño gráfico y comunicación visual y la persistencia en algunas instituciones, de modelos caducos y extranjeros.
Una debilidad es la condición legal de las escuelas registradas en el Ministerio del Poder Popular para Educación porque esa figura no aparece en la Ley Orgánica de Educación vigente.

Otra debilidad es la “desvinculación con la industria”,  que genera ciertas distorsiones en la práctica de los diseñadores que no salen a la calle preparados para tratar con clientes reales.
La hora de clase mal pagada pareciera ser el principal problema para  ejercer la docencia, porque se conecta la falta de incentivos económicos con la motivación para dedicarse a dictar clases. También se percibe como problema la tendencia cada vez más creciente a que las escuelas contraten como profesores a sus recién graduados sin el componente docente ni la experiencia laboral como diseñadores que deben ir idealmente juntas para poder enseñar el oficio.

La desmotivación de los profesores, pero ya no por la mala paga, sino por el contexto crítico del país o por la incomprensión de las necesidades de las nuevas generaciones estudiantiles también preocupa, así como el éxodo y la falta de generación de relevo: muchos profesionales se niegan a dar clases por un pobre sueldo y por ello es que las escuelas recurren a los recién egresados. Esta situación al final se está convirtiendo en un círculo vicioso.


Cuadro elaborado por Elina Pérez Urbaneja. Diseño: Susana Abrru