Luego del cisma del IDD: "NOS QUEDAMOS MUY SOLOS, PERO TUVIMOS EL APOYO DE MUCHOS PROFESORES"

Leonel Vera, profesor de Diseño Tridimensional en el IDD, 1988 (Cortesía Leonel Vera y George Dunia)

En 1995 bajó la santamaría el Instituto de Diseño Neumann. Su historia tuvo momentos luminosos y otros oscuros  que he mencionado en algunos posts anteriores. Un episodio crítico fue el que culminó en 1990 con la separación de más de la mitad de la plantilla estudiantil y profesoral que luego conformaría Prodiseño. En entrevista efectuada en 2006 a Mariví Frías pude conocer la otra cara de la moneda: la de quienes permanecieron en la institución hasta el final.

Reconstruir la historia del Instituto de Diseño (IDD) no es tarea fácil, porque Venezuela no es Alemania, en el sentido de que mientras los alemanes guardan documentos con la idea de que estos pueden convertirse en historia, los venezolanos los botamos o los perdemos estúpidamente en una mudanza, o hasta extravagantemente “por la rotura de un tubo de agua que inundó el recinto donde almacenábamos nuestra memoria”.

La comparación con Alemania es porque mientras Bauhaus y HfG de Ulm son escuelas de diseño que desaparecieron hace muchas décadas atrás, quienes las dirigieron cuidaron con celo materiales que en el presente se pueden consultar en archivos muy bien resguardados, tal como señalan estos dos links:  http://www.bauhaus.de/de/
http://www.hfg-archiv.ulm.de/
En cambio de la Neumann, una institución educativa de data más reciente en comparación con sus equivalentes germanas, he conseguido material desperdigado en manos de particulares y en la Fundación Gego (claro, ella era alemana). Hasta los momentos no he hallado la persona que sepa cuál fue el paradero de los archivos oficiales del IDD.

Tanto preámbulo es para anunciar como tema de esta semana un capítulo doloroso de la historia de la Neumann que se me antoja como una metáfora de nuestro país.

Año de CRISIS

1989 fue el año del Caracazo, acontecimiento que definitivamente generó rupturas y una drástica diferenciación entre el antes y el después del venezolano.

Luego de ese estallido no volvimos a ser los mismos, y así se reflejó en el IDD. La escuela acusaba problemas desde 1988, año en que John Lange se retiró de la dirección. Le sucedió en el cargo el psiquiatra Carlos Marchiani, quien fue designado por la presidenta de la Fundación Neumann, Florinda Pena, para que manejara la coyuntura que vivía el instituto.

Marchiani no pudo evitar la división de la escuela y renunció. Le sucedió Miriam Orta de Salas, quien, reconoce Mariví Frías, “hizo un trabajo titánico”. Ella fue la última directora del IDD.
Los problemas del Instituto de Diseño tuvieron un origen económico. Aunque la matrícula era costosa, los ingresos no alcanzaban para pagar buenos sueldos a los profesores. Muchos se fueron retirando para dedicarse al ejercicio del diseño en sus estudios. Por otro lado comenzó a ser problemático mantener la quinta de la Alta Florida y se decidió mudar la sede a uno de los edificios del Grupo Corimon en Los Cortijos que acrecentó la incomodidad porque el espacio no estaba acondicionado para dictar clases, ni tenía talleres para realizar las prácticas.

“Se habló mucho de los problemas administrativos, que me constan personalmente porque por muchos años fue mi mamá quien llevó la contabilidad del instituto y decía que era falsa esa teoría de que había un ingreso brutal de dinero que se malversaba. Pienso que ahí se creó una matriz de opinión realmente malintencionada”, relata Mariví Frías diseñadora egresada del IDD.


Período dorad}oa: exposición del IDD en 1973 (Foto cortesía Leonel Vera y George Dunia)
Los rumores sobre malversación recaían sobre Florinda Pena, quien, según Frías, “siempre fue de un carácter muy intransigente. Yo, personalmente, durante la crisis, vi a Florinda meter la mano en su chequera y pagar deudas de la Neumann. Aunque conocía los chismes que circulaban, por soberbia ella no tenía por qué justificar que no robaba”.
Esas fueron las razones que cebaron el descontento que tomó forma de protestas y visitas a los medios de comunicación para denunciar los problemas del IDD. Entre las voces estudiantiles destacó la de Joaquín Lira, quien quedó asentado en la prensa de la época como líder de las movilizaciones.

Para Mariví Frías lo que ocurrió en el IDD era un reflejo de lo que estaba pasando en el país: “Y creo que incluso, yo siento que fue como un anticipo de lo que pasó luego. O sea, yo creo que es en micro esa actitud de nosotros los latinos, de estar en contra de las cosas establecidas, y todo lo queremos hacer mejor, pero desde un sitio muy adolescente. Es así como vamos a acabar con los 40 años de historia democrática porque no ha pasado nada y lo vamos a hacer mejor, y se nos olvidan los 40 años y que todos los médicos egresados de este país han estudiado gratis, y vamos a sacar la educación gratuita y no nos acordamos que la educación ya era gratuita, ¿sabes? Es un poco esa misma actitud lo que yo siento que pasó con el instituto, ¿no? Para mí fue una postura muy romántica en la que había como una intención de rescatar el diseño por parte de un grupo de alumnos y profesores que querían volver a tener aquello que fue la Neumann, pero que no entendían que el país no daba para volver a hacer eso”.

Frías estaba en el tercer año de la carrera cuando se produjo el conflicto. Ella comenzó a estudiar diseño porque tenía habilidades para el dibujo y la pintura, luego de haber aprobado seis años de Medicina en la UCV.

El cisma                         

El clímax de la crisis se produjo cuando en enfrentamiento cara a cara, el grupo de profesores y estudiantes descontentos comunicaron sus exigencias a Florinda Pena, quien reaccionó diciéndoles que si no les gustaba la escuela se podían ir. Lo insólito es que más del cincuenta por ciento de la comunidad de la institución le tomó la palabra, produciendo el cisma del que nació Prodiseño.

¿Qué ocurrió luego?

Relata Mariví Frías que lo que ocurrió después con quienes decidieron permanecer en la escuela fue muy hermoso, porque “quedamos muy solos, pero tuvimos el apoyo de muchos profesores que por voluntad propia vinieron a tocar la puerta del instituto para dar su aporte. Entonces tuvimos de nuevo a Angel Fernández dándonos clases de publicidad, a Marcela Navea hasta que cerró el instituto, Blanca Capecchi dando clases de ilustración, Adolfo Cuevas, Víctor Cairós… Algunos vinieron porque se enteraron del zaperoco, hubo profesores que vinieron sin que nadie los llamara. Además, había padres y representantes que se vincularon queriendo rescatar el instituto.”