El maestro falleció el sábado 27 de julio de 2019 en su residencia en París, a pocos días de su cumpleaños número 96. El domingo 28, la noticia se cernió como un nubarrón gris sobre el espíritu de los venezolanos que amamos su obra y la creatividad en general.
En las redes sociales, todo el que se tomó una foto con Carlos Cruz-Diez la extrajo del disco duro donde estuviera para exponerla como homenaje. No tengo fotos con Cruz-Diez, pero en cambio, atesoro dos mensajes de correo electrónico que me envió y un recuerdo en mi memoria de la era pre smartphones y social media.
El primer e-mail es del 21 de octubre de 2001 y se trata de una felicitación por la publicación de los capítulos históricos de mi tesis de grado de la Escuela de Artes UCV, “La promoción del diseño industrial en Venezuela a través de una institución cultural: Centro de Arte La Estancia”, en Venezuela Analítica.
Aquellas palabras cambiaron mi vida y me alentaron a seguir la ruta de la investigación del diseño. Más allá de ese instante, siempre las tuve en cuenta como el respaldo del profesional consagrado al joven talento que era yo en aquella época. Un gesto de absoluta generosidad que engrandecía la figura del maestro. Ese email lo imprimí y lo guardo con celo.
El segundo mensaje fue unos datos históricos que me ofreció en 2015 sobre los resultados de un curso de diseño publicitario que dictó en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas junto a Gerd Leufert en 1959. En ese momento, la institución era dirigida por Luis Guevara Moreno. Cruz-Diez afirmaba en la nota que la exposición que realizaron causó revuelo en la prensa de la época.
Y el tercer momento, del que no quedó registro documental, pero sí el grato recuerdo, fue la sesión en el taller de Chapellín para su selección de piezas para la exposición Marcas. Identificadores Gráficos en Venezuela, cuyo montaje tuvo lugar en el Museo de la Estampa y el Diseño que lleva su nombre en 2005. La reunión la disfruté un montón, porque me parecía increíble estar sentada al lado de nuestro gran artista, revisando las postulaciones y comentándolas. Fue un “momento Kodak”, sin cámara.
Mis tres anécdotas con Carlos Cruz-Diez tuvieron que ver con el diseño y hoy, en el momento de decirle “au revoir maestro”. también deseo darle nuevamente las gracias, por regalarme esas palabras que me otorgaron la seguridad para dedicarme a lo que me gustaba y encaminarme por la senda del diseño venezolano.