En más de 20 años, ha hecho de todo un poco en el diseño gráfico. Fue partícipe del esplendor de la industria gráfica de Valencia y hoy es testigo de su declive.
La trayectoria profesional de Alirio García ha transcurrido enteramente como diseñador gráfico freelancer, lo que ha logrado desarrollando estrategias comerciales para mantener la captación de clientes y desafiando un entorno que desde 2016 se ha vuelto hostil.
Lo conocimos unos diez años atrás, cuando se organizaba en Maracay el encuentro «Una mano por el diseño». Luego, la Red Venezolana de Diseño lo invitó como ponente del ciclo de charlas «Invisibilia», para hablar sobre cómo cobrar el diseño, un tema «quimérico» para muchos profesionales creativos que Alirio ha superado gracias a sus antecedentes como estudiante de administración y como vendedor, antes de ingresar al Instituto de Diseño Valencia (IDV).
Carrera en solitario
Alirio García egresó como diseñador gráfico del IDV en 1997. Como curiosidad comenta que, justo cuando cursaba la mitad de la carrera, se integró la informática a la formación.
Tan pronto se graduó, comenzó a ejercer de manera independiente, ganando experiencia de forma totalmente empírica, a través de la relación con los clientes. «Comencé de cero, haciendo lo que la gente necesitaba», comenta. «Por esa razón he hecho de todo un poco: identidad corporativa, señalética, editorial… lo único que no hago es ilustración».
Su background le permitió considerar el factor mercado a su trabajo como diseñador, trazando estrategias de ventas para el diseño. De esa forma, la comercialización se convirtió en su fortaleza.
Desde 2016, como otros colegas, ha captado clientes del exterior. Considera que los venezolanos que han emigrado son responsables en gran parte de que ese fenómeno ocurra.
Valencia en recesión
Quisimos indagar con Alirio cuál es la situación actual del diseño y la producción gráfica en Valencia, a lo que nos contestó que está en recesión.
Relata el entrevistado que hasta relativamente hace poco, la tercera ciudad del país generaba trabajo para todas las áreas del diseño, por su condición industrial. «Teníamos muchas empresas que aportaban tanto en la parte creativa como en la producción de insumos para la industria gráfica, material P.O.P., empaques, uniformes etc.».
También tenía una intensa actividad publicitaria y de producción de eventos que han languidecido. Muchas imprentas han cerrado y las que permanecen activas han disminuido su actividad.
Nos cuenta García que el otro dinamizador del diseño valenciano era la Universidad de Carabobo (UC), «gran promotor y generador de trabajo, pues solicitaba carteles para sus eventos, edición de libros, catálogos y otro tipo de impresos».
En el área editorial, destacaba la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (FILUC), para la que Alirio García diseñó la identidad en dos ocasiones -2003 y 2005-, de las que quedó el identificador gráfico.
En la parte educativa, en la capital carabobeña existía un abanico de ofertas, pues al IDV, se le sumaba la desaparecida escuela Charles Worth, el Centro de Diseño Digital (hoy Instituto Creativo Digital) y los Institutos Universitarios Antonio José de Sucre, Monseñor de Talavera y a nivel de licenciatura, la Universidad Arturo Michelena.

Destacado
Cuando le consultamos a Alirio García sobre sus trabajos destacados, menciona varios, como los 8 números del boletín Previsión y los almanaques para la empresa de aceros galvanizados Lamigal, pero entre ellos nos pareció interesante el libro de cocina titulado Recetas para mi niña, cuya autora es una profesora de la UC que se animó a realizar una recopilación de las preparaciones de los platillos familiares para su hija que emigró del país.
«Ese proyecto fue muy bonito», comenta García.
De freelancer a freelancer
Tal y como comentamos al inicio, García ha dictado charlas sobre cómo presupuestar y cobrar el diseño, por lo que nos atrevimos a solicitarle algunas recomendaciones para sus colegas. Lo primero que señala es que «actualmente hay mucha competencia, pero también muchas posibilidades».
Pero tantas posibilidades, pueden desgastar el perfil de un profesional, por lo que aconseja «cuidar el inventario creativo», es decir, no ofrecer más de lo necesario, ni exponerse tanto. «Yo diseño porque me lo piden. Rara vez diseño por diseñar», confiesa.
Sobre los concursos
«Me gustan los concursos si abren oportunidades al creativo y le dan relevancia a la empresa que los convoca», dice.
Confiesa ser muy selectivo a la hora de participar en concursos, tendiendo a elegir aquellos que posean incidencia positiva para la marca que los organiza o para la sociedad.
Rumiar el diseño
Alirio García nos explica los pasos de su proceso creativo, el cual inicia con el requerimiento del cliente: «cuando nos reunimos por primera vez, yo ya he hecho mi tarea y he investigado por internet, para ir con pregunta certeras. Es importante conocer qué hace y cómo lo hace», asegura.
Con el briefing completo, inicia el proceso creativo como tal, en lo que él denomina «rumiar el diseño», que se refiere a investigar a profundidad y pensar sobre el problema que debe solucionar y qué propuestas puede ofrecer. Reconoce que mientras ejercita se le ocurren las mejores ideas: «soy un poco lento, porque considero que cada proyecto requiere tiempo, por ello no soy de muchos clientes».
Luego que ha meditado cuál es la propuesta que va a desarrollar, es que se sienta a diseñar. Primero con lápiz sobre papel y luego pasa a la computadora, hasta el punto de «saturarse». En ese momento es que considera que emerge la propuesta concreta. «Llega un punto en que todo encaja y hace clack».
Cuando concreta la propuesta, la «googlea», para saber si hay alguna coincidencia gráfica. A ese paso lo llama «auditoría de imágenes». SI por casualidad hay alguna, repite el proceso, pero asegura, que le ha ocurrido pocas veces.
«Las coincidencias gráficas existen, puede ser que otro creativo, en otra parte del mundo, haya llegado a la misma solución».
¿Cuántas propuestas?
Es común que en las escuelas de diseño se le indique a los estudiantes que deben presentar «tres propuestas», pero ¿es adecuada esta cifra? Conozcamos cuál ha sido la experiencia de Alirio García.
Inicialmente, mostraba las tres propuestas, pero comenta que los resultados corrían el peligro de ser un Frankenstein si el cliente se enamoraba de un poquito de cada una.
Entonces, pasó al otro extremo, bajo la premisa de que «soy médico de un solo diagnóstico», pero no le funcionó muy bien comercialmente hablando, y le tocó transigir.
Para él la solución fue desarrollar cuatro tipos de tarifas para la cantidad de propuestas del mismo nivel, por lo que el cliente tiene claro desde el principio por cuántas propuestas va a pagar.
Las PyMes y el diseño
El diseñador valenciano dice que sus clientes principalmente han sido pequeñas y medianas empresas. También emprendimientos.
En el camino ha notado que muchos emprendimientos salen al mercado sin conocer a su público ni a su competencia. «Cuando se desconoce al competidor, el diseño, aunque sea espectacular, no va a solucionar los problemas. Es cuestión de conocimiento y estrategia».
Esto lo ha notado a través del cuestionario de diseño que aplica en la primera reunión, en el que pregunta hasta la cantidad de empleados.
Con los insumos que obtiene, Alirio García pasa a ser mucho más que un diseñador, pues se erige en una suerte de consultor de negocios, porque muchas veces hasta ayuda al cliente a definir su público objetivo.
Esta manera de trabajar ha consolidado su permanencia en el mercado del diseño de la ciudad de Valencia, la cual espera por el retorno de los buenos tiempos, en los que el movimiento económico se reavive e incida positivamente en el ejercicio del diseño profesional.