La diseñadora gráfica se ha destacado en los últimos años como caricaturista, labor que suma a su experiencia como escritora, humorista, profesora e ilustradora.
Por Jhonson Franco
Ver el currículo de alguien que dice que la falta de concentración y el desapego a los estudios formales fue lo que la llevó al diseño gráfico, y luego observar que tiene una larga carrera en su área, además en la escritura y la educación, es algo que descentra a cualquiera.
Ana Black reconoce que “no tenía concentración. El colegio no me interesaba. Andaba dispersa”; o quizás, como le dijo un amigo psiquiatra, el problema podría no ser suyo, simplemente a ella no le interesaba lo que estaba oyendo.
Aquella hipótesis se hizo real cuando Ana, después de terminar el bachillerato y sin saber a qué se dedicaría, pisó una escuela de diseño gráfico. “Cuando vi a un poco de gente sentada en mesas dibujando, pintando, dije: ‘esto es lo que quiero hacer’, y por ahí me enrumbé”, cuenta la egresada del Instituto de Diseño Neumann.

Su padre sabía lo que tenía
Ana no era consciente de sus destrezas; su progenitor sí, guiado por lo que hacía su hija. “Mis libros, los márgenes del cuaderno, todo estaba pintado con algo. Hacía imágenes de lo que me contaban: dibujos de próceres, de escritores”, dice la creativa.
“Habían temas que no me interesaban. Pasaba el rato dibujando en los libros de texto y los cuadernos. Igual que escribía unas cartas sensacionales, pero no tenía conciencia de lo que estaba haciendo ni de que era algo que me gustaba, algo de lo que podía vivir y disfrutar toda la vida. No sabía qué era el diseño”.

Y entonces “mi padre abrió esa puertica. Él era muy sensible, detectó que yo no era de universidad y me llevó a la escuela de diseño”, donde Ana encontró la motivación para estar centrada en ejercer la profesión, al punto de pasar horas realizando su trabajo.
La diseñadora juntó el dibujo y la escritura con la creatividad. Además de un largo camino como ilustradora y diseñadora freelancer, escribió por años en El Nacional sobre temas cotidianos tratados con humor, al punto que ganó el «mejor artículo de humor» del diario en 1996.
También fue redactora creativa en Televen, directora creativa en agencias de publicidad, coordinadora de la página de humor del desaparecido diario El Mundo, entre otros.

La caricatura unió sus pasiones
En los últimos años, la diseñadora está centrada en hacer caricaturas para El Pitazo, reflejando las diferentes situaciones que se viven en Venezuela, esto luego de sentir que no podía escribir con el toque humorístico. “La situación del país cambió de manera dramática. Me sentía irresponsable de escribir con ese tono sabrosito y vino un gran vacío. Ahí apareció la caricatura. Con el dibujo, la información (del país) y todo el malestar, empecé a canalizar: dibujo y escritura se juntaron en la caricatura”.
La capacidad que tienen los humoristas gráficos de ubicarse en otro ángulo de un hecho para hacer la gráfica, fue otro factor determinante, y el hecho de que su papá le enseñó a empezar a leer el periódico por la mancheta y luego la caricatura.
“Toda mi vida vi el trabajo de Zapata y entendí que era una manera de expresión contundente, porque hay que ser concreto para realizar una caricatura”, comparte Ana Black.
Su estilo
La dibujante confiesa que “es difícil encontrar una noticia nacional a la que puedas darle un giro gracioso, porque es duro lo que pasa en el país; entonces he ido creando figuras que se pueden asociar a través de mi trabajo con situaciones”.
“Por ejemplo, adopté el esqueleto para representar al venezolano que no come completo, que pasa trabajo, que tiene muchas necesidades y es un esqueleto andante, porque no tiene nada. Esa persona que decide atravesar una selva para tener una vida mejor, el maestro que se humilla con las tres lochas que le pagan, está desposeído de todo”.
“No es como antes, que un político dijo algo y de eso sacas un chiste o comentario. Ahora las noticias son dolorosas. Hay días que me cuesta mucho porque no sé cómo enfrentarlo”, asevera Black. “Me he fijado que le está pasando a la mayoría de los caricaturistas venezolanos. Que hacen caricaturas duras y más bien reflejan esta situación que estamos viviendo”. Esto es lo que en Diseño en Venezuela hemos denominado «Gráfica Disidente«, que recopilamos por primera vez en los años 2014 y 2017.
Y si usted ve que Ana pasó del dibujo digital al tradicional recientemente, eso se debe a que una caída le provocó una fractura que la obligó a mudarse a casa de su hermana, a donde no se llevó la computadora, pero sí papel y creyones para seguir trabajando.
“Me ha costado, el cerebro se había olvidado de dibujar con lápices y creyones. En la compu si algo no te gusta le das delete, delete, delete; acá tengo que comenzar de nuevo”, expresa Ana.
Formando talento
Su conocimiento en diseño lo compartió dando clases desde el año 1989, según recuerda, hasta hace unos 4 años. “Era otra manera de ser creativa dentro de un mundo creativo. Era fascinante ver la creatividad de los alumnos”.
El principal objetivo de Ana en el aula era “impartir la esencia de lo que es ser diseñador, que es un comunicador visual. Tienes que lograr una comunicación directa y simple para comunicar en cualquier área”.