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“Para mí el diseño tiene una función primordialmente comunicacional”

Audelino Moreno es un periodista que se dirigió hacia el área creativa, estudiando diseño gráfico en Estados Unidos, donde lleva años como director de arte.
Por Elina Pérez Urbaneja

‒ Recuerdo vagamente que dibujabas muy bien cuando estudiábamos comunicación social, por lo que supongo que la vocación hacia la comunicación visual la tuviste siempre… Relátanos el origen de tu gusto por este campo creativo

Me gustaba mucho dibujar desde que era pequeño. Yo creo que esas inclinaciones no suceden de forma fortuita. Mi abuela era pintora (había estudiado con el maestro Centeno Vallenilla, a principios del siglo pasado) y a mi tío también le gustaba mucho dibujar. Entonces existía una inclinación natural, que quizás estaba determinada por una tradición familiar.

Lo cierto es que siendo niño me gustaba dibujar hasta en las paredes de la casa. Mi papá decidió resolver el problema comprándome cuadernos de dibujo que numeraba y administraba poco a poco. Siempre me decía que no podía darme un cuaderno nuevo hasta que hubiese terminado de completar el anterior. Cuando cumplí 10 años, mi mamá me inscribió en clases de dibujo, donde fui aprendiendo técnicas básicas de teoría del color, pintar con anilinas, dibujar con lápices de diferentes texturas, etc.

Mi profesora además organizaba excursiones para que los niños fuéramos a los museos de arte, hiciéramos exposiciones, etc. Yo creo que ese tipo de experiencias van creando una «conciencia visual», una actitud estética. Luego, en la época del bachillerato seguí dibujando por mi cuenta, copiando comics, y creando mis propias series de historietas. No llegué a convertirme en un ilustrador profesional, pero ciertamente las bases del gusto por el campo visual empezaron en esos años.

‒ ¿Por qué estudiaste inicialmente comunicación social? ¿Quisiste estudiar diseño, pero como no era una carrera universitaria en la Venezuela de finales de los años ochenta tu familia no lo permitió?

Mis padres nunca ejercieron una presión determinante para que estudiara una carrera específica, pero sin duda si existía una presión social para estudiar una carrera universitaria, tal como lo mencionas. Es lo que «suponía» que uno debía hacer.

Lamentablemente, tampoco existía la posibilidad en aquel entonces, de estudiar diseño a nivel universitario como por ejemplo se podía hacer en Argentina, en Chile, en universidades de Estados Unidos o del mundo. La opción era entonces escoger, entre un muy reducido manojo de opciones, alguna carrera que potencialmente tuviese una vertiente creativa.

Honestamente, comencé a estudiar Comunicación Social sin tener una idea clara de qué estaba haciendo. En retrospectiva, me hubiese gustado estudiar diseño desde un principio, independientemente de que no fuera a nivel universitario. Pero tengo que admitir que obtener una licenciatura abrió más tarde mis opciones académicas, porque me permitió optar por un crédito educativo y continuar mis estudios en el exterior.

‒ Después de la UCAB … ¿cómo fuiste dirigiendo tu carrera hacia el diseño gráfico?

Tuve la suerte de conseguir una pasantía en J. Walter Thompson a principios de los años 90. Ese fue un punto de inflexión importantísimo en mi carrera, porque JWT fue una verdadera escuela. Cuando llegué a la agencia, empecé ayudando con las presentaciones, montando artes, coloreando bocetos y dibujando storyboards. Instántáneamente sentí identificación no sólo con el trabajo que hacía, sino fundamentalmente con el tipo de personas con quien trabajaba. Era un ambiente de trabajo sumamente interesante, donde conocí directores de arte, fotógrafos, músicos, ilustradores, redactores creativos, gente inteligente, y muy talentosa de quienes aprendí muchísimo.

Al principio estaba asignado como ayudante de dos directores creativos extraordinarios: Rubén Montoya y Juan Carlos Bertorelli. Para el momento, Rubén ya era un Director de Arte muy experimentado que venía de haber trabajado en estudios en Buenos Aires e Israel. Contaba con una formación plástica muy sólida y un talento maravilloso para el dibujo.

En esos años las computadoras no eran una herramienta de trabajo masificada y aún se boceteaba o trabajaba «a mano». Era indispensable tener condiciones artÍsticas para poder ejercer el oficio. También tuve la oportunidad de trabajar con otros veteranos como John Moore, Christian Porras o José Aguilar, que venía de haberse formado como Director de Arte en Uruguay y Brasil, quienes ejercían su oficio con una maestría envidiable. Observar cómo trabajaban esos directores de arte era todo un placer, porque eran capaces de conceptualizar y diseñar, usando tan solo marcadores y papel. Esa experiencia me fue dando una idea del camino que quería seguir.

‒ Cuéntame cómo ha sido trabajar en el mercado estadounidense. Cuáles han sido los aspectos principales de tu trayectoria en los Estados Unidos.

Trabajar en otro idioma y en una cultura distinta a la propia ha sido una experiencia difícil, pero las dificultades han venido de la mano de un gran crecimiento profesional y personal, algo que aprecio profundamente. La idea de venir a trabajar a Estados Unidos se la debo principalmente a Juan Carlos Bertorelli, quien a lo largo de mi experiencia en Thompson se convirtió en un mentor inigualable. Juan había vivido algunos años en Nueva York y tenía un entendimiento amplio del trabajo publicitario estadounidense.

El fue el primero en poner sobre mi escritorio ejemplares de revistas especializadas de diseño como Communication Arts, Print o Graphis. Yo queria hacer un trabajo que estuviera a ese nivel. Estados Unidos es un país que posee una cultura gráfica muy rica que ha ido avanzando a la par de un desarrollo tecnológico incesante y el resultado es una industria gráfica sofisticada y especializada.

En 1998 llegué a estudiar en Academy of Art College (hoy Academy of Art University) en San Francisco. Fue una gran experiencia que me brindó la oportunidad de vivir en una ciudad que por naturaleza propia desafía los convencionalismos.

Durante ese tiempo, gané la oportunidad de hacer una pasantía en Wieden and Kennedy en Portland, Oregon, probablemente una de las agencias más creativas del planeta. También obtuve un Clio y premios del San Francisco Ad Club en competencias estudiantiles. Ese conjunto de experiencias me enseñaron la necesidad de crear una «disciplina creativa» que me permitiera desenvolverme en un mercado tan exigente.

Cuando terminé mis estudios volví a Venezuela. Pero poco después una agencia en Bend, Oregon me ofreció la oportunidad de trabajar con ellos y decidí regresar. Era una agencia pequeña, pero con ganas de hacer buenas piezas y con una ética de trabajo impecable.

De esa etapa en Bend siempre voy a estar orgulloso, porque aún con presupuestos modestos, pudimos hacer trabajos que merecieron el reconocimiento en Communication Arts, Print Magazine y Graphis, casualmente las mismas publicaciones que Bertorelli había puesto a mi alcance unos años antes.

Luego de un breve periodo trabajando como diseñador en ViTRO en San Diego, acepté una posición en Shine United como Director de Arte en Madison, Wisconsin, donde vivo actualmente. Shine es una agencia que se maneja muy bien en el terreno digital, pero con una tradición anclada en el diseño de impresos y es por eso que me siento muy a gusto con el trabajo que se hace aquí.

‒ ¿Qué aspectos de la formación base en comunicación social consideras que te ayudó o influenció más a la hora de articular mensajes gráficos?

Quizás por esa formación, para mí el diseño tiene una función primordialmente comunicacional. Tal como lo veo, diseñar es un ejercicio de pensamiento y ejecución, donde se persigue la coherencia entre mensaje y estética, entre la función y la forma.

‒ He visto que han publicado tus trabajos en Communication Arts… adicionalmente ¿has obtenido otros reconocimientos? ¿Cuáles?

Communication Arts tiene un valor emocional muy importante para mí. Es una publicación que tiene más de 58 años exhibiendo lo mejor del trabajo gráfico de los Estados Unidos y de otras partes del mundo. Yo colecciono esta revista desde hace años, y ver mi trabajo allí ha sido la realización de una meta que me había trazado desde que vine a estudiar a San Francisco. Además he tenido la satisfacción de ver también mi trabajo publicado en PRINT, Graphis y How Magazine.

‒ ¿Cuál ha sido la campaña o la pieza que más te enorgullece y cuál es la que más has disfrutado.

Creo que no hay una campaña o pieza particular de las que me sienta más orgulloso. Si puedo decir que he encontrado gran satisfacción trabajando en proyectos que no contaron con grandes presupuestos, pero que ofrecieron la libertad de hacer un trabajo provocativo e inteligente.

Eso sucedió con campañas pro-bono para ayudar a concientizar a la comunidad de Oregon central de los peligros ambientales que enfrentan los ríos del área, o cuando a través de posters, contamos la historia de una pequeña cervecería local de Wisconsin. Ambas piezas fueron premiadas porque yo creo que los jurados pudieron ver más allá del diseño: fueron capaces de «sentir» las historias.

‒ Si tuvieras que dar recomendaciones a los jóvenes diseñadores venezolanos ¿Qué les dirías?

En Venezuela hay gran talento. Observo el trabajo de diseñadores venezolanos en Behance, Dribbble e Instagram, que da cuenta de ello. Eso genera mucho orgullo, porque se sabe que son diseñadores que trabajan y se superan en un país que atraviesa circunstancias muy difíciles, y a uno no le queda sino pensar que si es posible hacer tan buen trabajo en condiciones adversas, lo que se puede hacer en condiciones favorables es inimaginable.

A los jóvenes diseñadores les diría que nunca hubo un mejor momento para ejercer esta profesión. Si se tiene Internet, se tiene acceso a un universo ilimitado de inspiración y aprendizaje. Las herramientas están allí, al alcance de la mano como nunca antes. Pero también les diría que aprendan a vencer la tentación de la conformidad, que se conviertan en sus mejores y más honestos críticos y que crean ciegamente en el poder de la determinación. Y lo más importante, les repetiría las palabras que un director de arte en San Francisco me dijo una vez: «somos solo tan buenos profesionales, como nuestro último trabajo»

Más info: http://www.audelinomoreno.com/

Publicado originalmente el 29 de junio de 2017.

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