Ilustración

Carlos Márquez: Un ilustrador en esencia con aportes a la docencia

Creó el primer programa de estudios específico para la Ilustración en el Instituto de Diseño Caracas y más adelante fundó y dirigió el Centro de Diseño Digital.

Entre otras historias, aún falta por registrar con detalle el relato de la creación y desarrollo de las escuelas de diseño en nuestro país.

Una personalidad que ha cumplido un papel protagónico en el área formativa ha sido Carlos Márquez, quien ha fundado dos instituciones educativas pivotales: el Instituto de Diseño Caracas y el Centro de Diseño Digital.

Márquez fue de esos chamos con una vocación incomprendida por sus padres, quienes pretendían que siguiera el rumbo universitario –conservadora aspiración de la clase media venezolana-, y no carreras u oficios técnicos o creativos.

Con dicho perfil, Carlos Márquez dio tumbos por Caracas buscando el programa de estudios que se ajustara a lo que quería, hasta que a finales de los años setenta se inscribió en el Instituto Europeo di Design (IED) y en el Politécnico de Milán. Relata que su experiencia en esta institución dirigida por Nino di Salvatore fue particular, porque su filosofía era formar gerentes de diseño con amplia capacidad conceptual. “A mi me dieron clases Bruno Munari y Emilio Marconi… ¡vi clases con gente importante!”, relata, mientras que la educación en el IED era primordialmente técnica, con énfasis en la ilustración.

Al cabo de tres años regresa a Caracas y se consigue por casualidad en la calle a Freddy Balza, quien le había dado clases de diseño industrial en el Instituto Universitario Antonio José de Sucre. Entonces, acarician la idea de abrir una escuela, y comienzan dictando clases particulares: ”Y así empezamos, y ya para mediados del 83’, estábamos fundando el Instituto de Diseño Caracas (IDC). Eso se construyó con las uñas. Hasta mi mamá fue a ayudar a pintar la casa antes de abrir. Recuerdo que nosotros teníamos unos folleticos que eran como un díptico donde se podían poner los datos y fuimos a la Neuman, que estaba en La Florida para ese entonces, y ese día daban los resultados de quiénes quedaban, entonces estábamos parados en la puerta entregando los folleticos, y de allí salimos corriendo y empezamos con los que quedaron rechazados o llegaron tarde a las inscripciones de la Neumann. Allí empezó un poco la historia”.

Dentro del desarrollo de la Caracas, uno de los aportes rotundos de Carlos Márquez fue constituir el primer perfil académico de ilustración en Venezuela ya cerca de los años noventa. El IDC comenzó con diseño gráfico y diseño industrial, “pero como mi gran amor siempre ha sido la ilustración, entonces habiendo adquirido un poco más de experiencia y habiendo ganado un poco más de terreno, creé este perfil del ilustrador”; cuenta Márquez.

Aproximadamente en 1995 (según los recuerdos), aparecieron otros intereses en la vida del profesor Márquez, y termina yéndose de la Caracas. Iniciaba en esa época el boom de la computación gráfica, y es cuando se dedica a aprender el manejo de programas y el uso de diferentes herramientas digitales. “Quizás estuvo a mi favor el hecho de que nunca me intimidó, pero, si bien estuve formado en una escuela tradicional donde todo era recortar y pegar, literalmente”.

Del diseño analógico al digital

Hurgar en la trayectoria de Carlos Márquez es toparse con los inicios del diseño digital en el país. Indica que comenzó recibiendo cursos de Photoshop con la referencia de aquel momento: “los Azpúrua en Preprint” e incursionó en el uso de las primeras computadoras personales que llegaron, las Commodore.

Comenta Márquez que había un mundo que se abría, incluso hacia el universo “punto com” con las primeras páginas web.

Entonces, junto a sus amigos Rodrigo Machado y Eduardo Aldrey pensó en crear un espacio para ofrecer entrenamiento formal en dicha área, entendiendo no sólo cómo se usaban las aplicaciones, sino la metodología para trabajar con las nuevas tecnologías, y allí es que nace el Centro de Diseño Digital: “A finales del 97’ empieza el proyecto, y comenzamos con cursos cortos de manejo del software por un lado, otro orientado a la parte de impresos y otro para la parte web, en esta parte nos ayudó mucho Ciro Urdaneta”.

Márquez enumera la complejidad del proyecto: “Eran cuatro trimestres y fue el primer modelo de cómo abordar el diseño entendiendo la interfase, porque, obviamente cuando tú estás diseñando para lo impreso, eso te condiciona… pero cómo abordabas tú el diseño en una interfase? como hacías tú la navegación, todos estos aspectos novedosos, que bueno, no se habían abordado hasta ese entonces, digamos que de manera formal. ¿Cómo diseñar una página web? ¿qué consideraciones tiene?, el rollo de las complicaciones que había en ese momento, del color, por qué esos colores, o sea, se abre un mundo, porque la tecnología de alguna manera estaba empujando en esa dirección, entonces, ese perfil, buscaba un poco crear, cómo este diseñador web tiene que aprender a trabajar en ese novedoso soporte”.

El primer programa podía tomarlo cualquier persona, luego pasaron al modelo de comunicación visual súper exigente, que incluía diseño para impresos, ilustración, animación y web. Indica Márquez que el perfil de los egresados de aquel momento se perdía de vista. Ese modelo exigente duró unos años, pero la “crisis-país” lo fue afectando, porque se hizo costoso, y obligó a fragmentar en áreas específicas, y es de allí el desglose del Cdd para las carreras diseño gráfico, diseño web, multimedia e ilustración.

A ésta última, el gran amor de Carlos Márquez, le dieron una vuelta adicional que es la animación, decisión que surge de una realidad: “vamos a estar claros, la ilustración en Venezuela nunca ha sido un recurso muy explotado; sin hablar de que editorialmente es muy pobre el trabajo de ilustración en Venezuela —fuera de algunas cosas infantiles—. No hay un discurso que alimenta a la ilustración acá, no hay comics, no es un recurso que se use por ejemplo en el diseño editorial: revistas, portadas; es muy escaso, pero sigue siendo atractivo, porque el que nace con esa vocación no puede dejar de hacerla. Entonces, un poco la vuelta fue involucrar la animación 2D, que está muy ligada al discurso de ilustración porque las habilidades básicamente son las mismas, pero en el campo laboral sí hay una necesidad de ese perfil, entonces bueno, lo atractivo de este modelo de ilustración y animación es que tiene cabida en un campo laboral que si está más activo en el país”.

Ante la situación recesiva venezolana, Carlos Márquez considera que el talento venezolano aún es competitivo y parte de su preocupación ha sido brindarle los conocimientos y herramientas necesarias para vivir de lo que le gusta.  Como cierre, es importante señalar que el director académico del Cdd en los años recientes ha ido dirigiéndose con cada vez más fuerza hacia las artes plásticas, teniendo en su obra gran influjo de su vena de ilustrador.

Publicado originalmente el 19 de junio de 2016.

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