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Las huellas que Mateo Manaure dejó en el diseño gráfico venezolano

El 19 de marzo falleció el artista plástico Mateo Manaure, quien destacó por ser pionero del diseño gráfico. Aún no hay un inventario de las piezas que creó.
Por Freddys René Pérez
Mateo Manaure, Nació en Uracoa, estado Monagas. Su familia se muda a la capital siendo él aún muy joven y ahí logra trabajar para Tipografía La Nación, en el año de 1937 aproximadamente. En la imprenta conoció a don Gabriel Espinoza, quien lo llevó a la escuela de Artes Plásticas, donde se formó bajo la tutela de Marcos Castillo y posteriormente de Pedro Ángel González, otro avezado artista plástico venezolano que también ejerció como diseñador y diagramador.
En la escuela se desarrolló como profesor auxiliar del taller de artes gráficas, donde aprendió grabado, escultura, cerámica, diseño gráfico, en el año de 1940.
En ese mismo año, obtuvo el premio especial de la escuela por sus afiches, logrando la misma mención en dos o tres ocasiones más. Tiempo después, Mateo Manaure comenzó a ser reconocido como artista plástico, cuando Rómulo Betancourt era presidente, ganando el Premio Nacional de Artes Plásticas. Se fue París para regresar el año siguiente, 1948, siendo presidente para el momento Rómulo Gallegos. De su estadía en Francia aprendió el estudio directo de las obras y tomó influencias de Picasso en el dibujo.
Se fue nuevamente a París entre 1948 y 1952, donde formó parte de Los Disidentes, junto a Miguel Arroyo, Perán Erminy, Alejandro Otero entre otros.
Ya para cuando regresa a Venezuela, Marcos Pérez Jiménez, es presidente y ha
desaparecido el Taller Libre de Arte de Caracas, formado antes de su partida
por Manaure. Sin embargo, se abrieron espacios como la Galería 4 Muros, donde
se realizó la primera exposición Internacional de Arte Abstracto en Venezuela.
 
Entre sus trabajos relacionados al diseño gráfico, para el año de 1949, cuando aún se encontraba en París, realizó las ilustraciones del libro Escuchando al idiota de Oswaldo Trejo, con seis litografías originales y para 1950 diagramó las ediciones e ilustraciones de la obra de García Lorca traducida por Claude Couffon, La Suite des Miroirs.
En 1957, diseñó la portada de la revista El Farol número 171, la cual “es una obra no narrativa, basada en la interacción de elementos puramente visuales. En este caso la imagen continúa en la contraportada, por lo que puede analizarse fragmentada o de manera completa” (Velázquez, 1989).
Junto a Carlos González Bogen, dejó huellas en la diagramación de revistas durante las décadas de los cincuenta y sesenta. Ejemplo de ello es que se encargó de la dirección de arte del número 1 de la Revista CAV, órgano divulgativo del Colegio de Arquitectos de Venezuela.
A partir de su salida de la cárcel, en 1958, creó una serie de ilustraciones para un libro del poeta Martiniano Bracho Sierra, Cuando las Casas Hablan, Breve Crónica que significaron el inicio de una ruptura con la etapa abstracta geométrica hasta su culminación en una serie de cuadros cuyo predominio era el tema de la Caracas nocturna, incorporándose así a la nueva figuración, exhibiendo sus resultados en la sala Mendoza en el año 1962. En el año de 1963, realizó, junto a su colega Régulo Pérez, las ilustraciones del libro En medio de la tempestad de Pedro Lhaya, publicada por ediciones Minotauro, Caracas.
En 1965, realizó la portada e ilustró el libro El Hombre y la Estrella. Selección de Prosa y Poesía de Carlos Augusto León. Este mismo año también diagramó el libro América Cuenta de la Editorial Arte.
En su haber también hay carteles y más material editorial, entre el que se cuenta, siempre en el terreno cultural, el libro de Ida Gramcko, Grados Norte Franco, reseñado y fotografiado en la web de la editorial Letra muerta, puedes verlo aquí: http://letramuertaed.com/ida-gramcko/bibliografia/
 
De la «gramática visual constructivista» nacen las Cuvisiones, otro trabajo dentro del ámbito del diseño gráfico para un libro de Arturo Uslar Pietri. Esta publicación que incluye diez serigrafías de Manaure, se considera pionera del libro de arte en Venezuela, sobre la que el artista expresa: “mi labor gráfica (…) me ha permitido trabajar con gran libertad en el campo de la pintura, sobre todo en los años en que todavía no existía la demanda que hoy existe en el mercado de arte” (Velázquez, 1989, pág 49).
Publicado originalmente el 25 de marzo de 2018.
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