La imagen de un canino cortado a la mitad, literalmente, se volvió un amuleto para que el artista plástico despegara su carrera como ilustrador de libros infantiles.
Por Jhonson Franco
Nunca se sabe cuál experiencia es la que puede influir de forma directa en la vida. Menos se espera que algo sórdido se relacione con éxito, como le pasó a Gerald Espinoza, ilustrador de libros infantiles. Él tomó la imagen de un perro picado en la calle y la transformó en un mundo de fantasía para los más pequeños y en el comienzo de su carrera.
“Una vez vi en la calle la parte de atrás de un perro, como cortado por una máquina de carnicería, fue muy loco. La imagen quedó en mi cabeza y comencé a pintar cuadros con eso”, dice el artista plástico egresado del Instituto Armando Reverón.
Perro picado a la conquista
Mientras hacía arte, Espinoza buscaba realizar ilustraciones en revistas, “pero caí en la editorial Camelia. Hice una tarjeta de presentación con un perro dividido, quería que fuese mi personaje de batalla. Me llamaron para saber si tenía una historia del personaje. Dije que sí, aunque no tenía nada”.
El ilustrador se unió a su pareja, la escritora Reyva Franco, para ver cómo hacían un libro para niños, y en una semana nació Perro picado, publicación destacada en Venezuela en el año 2001. “La editora buscaba algo diferente. Creo que ese personaje era fuera de serie en un libro infantil”.
Gerald considera que “la mezcla entre el arte y lo improvisado” fue clave. “El libró lo compró gente interesada en diseño y comic, no solo padres a sus hijos. Amigos me decían que habían enviado el libro a otros países. Eso me encantó y me adentré en la ilustración.”
El venezolano fue expandiendo su trabajo, visitando países como España, Colombia, México, Argentina, Perú. Suma varios reconocimientos internacionales con poco más de 20 publicaciones.
Premio iberoamericano
El año pasado, Espinoza ganó el 12º Catálogo Iberoamericano de Ilustración, ante 1013 ilustradores de 19 países, con la serie Sol Tropical.
“En la pandemia me puse a revisar mis trabajos y noté que la mano se había domesticado. Me puse a experimentar. No quería que los libros fueran muy sobrios o tranquilos. Quería avivar las ilustraciones y salió ese proyecto. Vi el concurso y conectó con la búsqueda de estos nuevos elementos. Tuvo la resonancia de que estaba haciendo algo diferente”, explica el caraqueño.
Aunque los jueces vieron un estilo naif, Espinoza ve sus trabajos con “un estilo gestual, vibrante. Busco que tenga fuerza y colorido. Es ilustración con influencia pictórica”.
Gerald se retroalimenta con el arte plástico y la ilustración. “Estoy en diálogo con ambas. Hay cosas de trazo, de pincelada, colores brillantes que me acercan a la pintura dentro de lo que puedo hacer en personajes, y en la pintura hago cosas que he hecho en la ilustración”.
El libro álbum le ha permitido al criollo plasmar esa mezcla. “Tienes que apreciar la página. La imagen puede decir algo más. El niño ve todos los detalles y eso se queda en su mente”.
Fluye enseñando y jugando
“No es solo hacer el libro y dejarlo allí. Me gusta hacer una acción”, lo que ha llevado al ilustrador a realizar talleres presenciales y a través de Perropicado Studio. “Incentivar la creatividad en los talleres es otra forma de hacer arte para mí. Mover a la gente a construir con su creatividad. Las personas logran cosas que no pensaban. Lo disfruto, me alimenta y me motiva”.
Cine, cómic, novela gráfica, dibujos animados, son fuente de inspiración para Gerald, quien también escribe palabras de cosas que ve alrededor, abre un libro, toma una palabra, y comienza a hacer conexiones con ellas. “Necesito esa especie de juego, de indagación. Irme a un sitio a dibujar para darle apertura a la creatividad”.
En Ecuador, donde está desde hace 5 años, Espinoza trabaja en una serie infantil para aprender palabras, números y buenos modales, que tendrá un toque vintage. Además, desarrolla una novela gráfica llamada Economía Familiar.