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Proyecto La Neumann: En Caracas se crea un Instituto de Diseño (parte 2)

En la anterior entrega se relata cómo fue configurado el Instituto de Diseño Neumann en 1964 y algunos detalles sobre el día de su inauguración oficial.
Por Elina Pérez Urbaneja
El Director renuncia antes de comenzar las clases

Miguel Arroyo y Argenis Madriz se conocieron en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de Caracas durante la década del treinta, cuando se produjo la renovación académica dirigida por Antonio Edmundo Monsanto.

Además de la pintura, ambos sintieron interés por un oficio que estaba tomando cuerpo en Europa y en los Estados Unidos: el diseño. Por eso, después de egresar de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, ambos viajaron para estudiar carreras relacionadas con esta disciplina a Norteamérica, pero en diferentes momentos.

Para el año 1964, Miguel Arroyo residía nuevamente en Venezuela. Diseñaba muebles por encargo y dictaba clases de arte. Había formado parte del grupo Los Disidentes, donde hizo excelentes amistades. Muchas de ellas frecuentaban el taller de la Nena Palacios y Arroyo, por supuesto, también formaba parte de ese círculo, donde coincidió con Hans Neumann.

Cuando surgió el proyecto del Instituto de Diseño, asesoró al empresario, aconsejándole sobre cómo debía ser el pensum de estudios y ayudándole a seleccionar los profesores. Le propuso a Argenis Madriz para dirigir la escuela. Neumann quedó convencido de que Madriz era el hombre perfecto para estar al frente, porque coincidencialmente sus amigos Benjamín y Sara Mendoza también lo recomendaron.

Durante un viaje de negocios a los Estados Unidos, Neumann aprovechó para ir hasta Filadelfia con el propósito de conversar personalmente con Madriz, quien había sido becado por el gobierno venezolano para estudiar diseño industrial en el Philadelphia College of Art. Al culminar la carrera fue contratado por un estudio de diseño.

Madriz viajó a los Estados Unidos junto a su familia. Si bien le costó la adaptación al idioma, al clima y a las costumbres norteamericanas, quedó maravillado según expresaba, con la carrera que había escogido y cómo ésta se aplicaba en la producción industrial. La oferta de Neumann lo sedujo porque quería regresar al país, pero aceptó sin estar completamente seguro de que era la oportunidad profesional que quería.

A finales del primer semestre de 1964 los preparativos para la inauguración del Instituto de Diseño marchaban con fluidez: se había aprobado el presupuesto, se nombró un director, un jefe de los talleres en el curso básico, una secretaria, contrataban profesores, se había alquilado la quinta Los Samanes y se estaba comprando el mobiliario para las aulas, así como los materiales y equipos de los talleres.

Aleida Quero aún recuerda cómo se desarrollaron los acontecimientos y los inconvenientes que produjo la renuncia del Director, antes de comenzar las clases: «La primera sede del Instituto de Diseño estuvo en la avenida Santa Ana de La Floresta, donde hoy queda la clínica. Era una casa grandísima donde funcionaban perfectamente todos los talleres. Cuando Argenis Madriz regresó al país, a mí me mandaron de Pinturas Montana para encargarme de la secretaría. Yo me instalé allí, y comenzaron a llegar las mesas y todos los artículos. Madriz era el Director, pero el pensum lo armó Humberto Jaimes Sánchez».

Cuando ya iba a arrancar el Instituto, incluso estaban inscritos los alumnos, Argenis Madriz  comunicó su decisión de no asumir la dirección a Benjamín Mendoza, a su esposa Sara y a Miguel Arroyo. Se vinieron los tres y se encerraron con Madriz en la oficina, pero no hubo manera de que él se echara para atrás: redactó su carta, yo se la pasé a máquina y se la envió a Neumann. Hans llamó inmediatamente a Humberto Jaimes Sánchez, que era el segundo a cargo y le propuso la dirección».

Madriz debió permanecer en el cargo mientras se aclaraba la confusión ante el Ince y el Ministerio de Educación. A mediados de noviembre de 1964, Humberto Jaimes Sánchez asumió el mando de aquella nave que apenas despegaba. Durante su gestión el Instituto de Diseño no sólo arrancó, sino que también comenzó a ganar prestigio. Pese a la crisis que generó con su renuncia a la dirección, Argenis Madriz permaneció en el IDD como profesor de la materia “Técnicas de los materiales”, dentro de la mención diseño tridimensional.

Obra gráfica de José Antonio Quintero, egresado de la primera cohorte del IDD.
Testimonio de un egresado de la primera cohorte

José Antonio Quintero sintió desde la adolescencia vocación hacia la pintura. Estudió cuatro años de arte puro en la Escuela Cristóbal Rojas, donde se graduó en julio de 1964. Alguien le recomendó al joven que fuera al Museo de Bellas Artes para conversar de trabajo con el diseñador Gerd Leufert, a quien no conocía.

«La secretaria de Leufert me dijo que iban a abrir una escuela de diseño y pensé que eso era bueno para mí, porque me acababa de graduar y comenzaría ese nuevo curso en septiembre. Así lo hice, y empatando una cosa con la otra, estudié 8 años seguidos. Afortunadamente estuve en el Instituto de Diseño con una beca de la Fundación Neumann».

José Antonio Quintero llevó su portafolio de trabajos y el título obtenido en la Escuela Cristóbal Rojas, ya que uno de los requisitos para ser aceptado en el nuevo instituto era tener por lo menos aprobado el tercer año de bachillerato. El siguiente paso fue la presentación de un exámen de admisión que fue evaluado por un jurado compuesto por quienes serían profesores. Según Quintero: «Que yo me recuerde allí todo el mundo era conocido. Los que yo conocía habíamos pasado por la escuela de artes plásticas. Ese primer exámen apenas duró un día. Nos pidieron que hiciéramos un collage y le pusiéramos título. Entre el jurado estaban Humberto Jaimes Sánchez, Guillermo Meneses, Gego y Argenis Madriz».

Para obtener la beca Quintero llevó una carta de recomendación de Jacobo Borges y otra de Miguel Arroyo. (fin de borrador para investigación «Historia del Instituto de Diseño Neumann»).

Publicado originalmente el 8 de mayo de 2017.

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